Puede que hayas leído esta frase con cierta sorpresa, levantando a la vez esa ceja que siempre se mueve al son del escepticismo. Ahora, cada vez que veas rebolotear una abeja por tu jardín o por un parque la mirarás con envidia pensando que ese pequeño cerebro sabe mucho de geometría y de matemáticas. ¿Cómo puede ser posible?
Una de las primeras teorías que se suelen asumir es la siguiente:
Si tenemos una superficie plana en la cual debemos distribuir celdillas para almacenar miel, podemos hacerlo a través de los cuadrados, los círculos o los hexágonos.Las abejas disponen de una intuición natural que les dice que la figura más eficaz, el hexágono, y por tanto el prisma. Almacenan la miel con total eficacia en cada celdilla, construyendo así un panal perfecto donde desarrollar sus tareas diarias y su modo de vida.
Si tenemos una superficie plana en la cual debemos distribuir celdillas para almacenar miel, podemos hacerlo a través de los cuadrados, los círculos o los hexágonos.Las abejas disponen de una intuición natural que les dice que la figura más eficaz, el hexágono, y por tanto el prisma. Almacenan la miel con total eficacia en cada celdilla, construyendo así un panal perfecto donde desarrollar sus tareas diarias y su modo de vida.
Existe otra teoría. Esta idea se basa en el hecho de que en la naturaleza, la figura que más abunda es el círculo, o en consecuencia, las esferas. Si nos fijamos en muchos panales veremos que en sus inicios, cuando son más recientes, las celdas presentan una forma esférica y no de prisma hexagonal. Las abejas hacen entradas de forma redonda, pero con el tiempo, acabarían constituyéndose en la clásica forma que todos conocemos.
Si juntas varios tubos redondos de papel higiénico te daras cuenta de que quedan huecos entre unos y otros. Si los apretamos un poco tienden en aplastarse hasta que se conviertan en celdas hexagonales. Los panales serian cilindros, pero con la miel en su interior, es decir, con algo líquido, entonces tienden a juntarse unos con otros hasta formar hexágonos.
Muchos no creen esta idea, ya que aceptar que las abejas disponen de una afinada visión geométrica es algo inquietante. Pero en ocasiones los animales pueden ser tan sabios como nosotros.
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